Nuestro sueño era crear un centro de terapia que brindara apoyo a niños con diversas necesidades.

El entusiasmo y dedicación eran palpables, aunque aún el proyecto estaba en sus primeras etapas. Comenzábamos a atender y construir nuestra idea. Estábamos decididas a crear un espacio donde cada niño pudiera desarrollarse, más allá de sus desafíos individuales.
 

En medio de este panorama, una niña llamada Romina acudió a nuestro naciente espacio. Romina tenía autismo y poseía una habilidad extraordinaria para el arte. Fascinada por el origami, la antigua técnica japonesa de plegar papel para obtener una figura, Romina comenzó a crear hermosas grullas de papel con la ayuda de su terapeuta.
 

Así, convertimos una de las grullas de Romina en el corazón del centro. A medida que el proyecto se desarrollaba y tomaba forma, la historia de Romina y su grulla nos recordaba la importancia de celebrar la neurodiversidad y brindar apoyo individualizado a cada niño.
Inicialmente la grulla fue azul,  posteriormente tomó varios colores que simbolizan la diversidad de las funciones cerebrales y de las diferencias neurológicas en las personas con TEA.
 

Decidimos llamar al centro "CABLAU", una abreviatura ingeniosa de "Casa" y "Blau", la palabra catalana que significa "azul". Este nombre revela para nosotras un lugar acogedor, en donde las personas con TEA y su familias se pueden sentir apoyadas y pueden explorar sus talentos y superar sus desafíos.